- Armando Díaz
Gran Premio de México

Gran premio de México.
Tras veintitrés años de ausencia, la categoría reina del automovilismo regresa con éxito arrollador a tierras mexicanas. Un circuito con la recta más larga del seriado, no disminuye su pretensión al incluir todo tipo de escenarios de pista. Desde esa enorme recta, hasta al parecer la curva más lenta de todos los circuitos. Justo en el área de estadios. Herencia de un estadio de béisbol y escenario para conciertos de rock. Prácticamente un estadio rodeado de gradas, con una entrada y una salida. Sin embargo, de lo más seductor que incluye, es una zona con curvas onduladas como rayas de desierto, se descubren de sus arenas para dar protagonismo al asfalto, en el sector 2, sinuosas curvas, casi emulando el rastro de una serpiente se suceden derechas e izquierdas como el área de Becketts y Magotts en Silverstone, para enmarcarse en sus puntas, dos áreas de estadios, repletas de aficionados con pasión y folclor sorprendentes.

Las zonas de entretenimiento visual de pista para los espectadores es inigualable. Amplia, diversa y con varios escenarios, se obsequia para no perderle de vista. El fervor en las tribunas proporciona al evento y recíprocamente el evento, le tiene varias opciones al observador, para regalarse, áreas visuales interesantes en el sector 2 y 3.

Llaman la atención tanto las eses, ambos estadios y la recta, al comenzar ésta, regalando a sus costados el espectáculo de pits en el sector 1; lo que sucede más allá, dentro de los fosos: El área del paddock, las tripas de la fórmula uno, sus computadoras y secretos millonarios y del otro lado de la frontera de asfalto para alta velocidad, está la tribuna misma, que por estar insertada allí, es testigo de un espectáculo sin igual, de folclor y fiesta entre sus aficionados: La ola humana levantando los brazos, pisar el suelo de lámina para emular una tambora de metal, manifestaciones de júbilo que despertarán del letargo a algunos otros circuitos, recordándoles que la fórmula uno, es un día de fiesta.

En paralelo todos los eventos que celebran la presencia del gran premio de México, otorgan amenidad y despiertan la curiosidad del mundo por sus amplias opciones de fiesta y entretenimiento. Un circuito insertado en el corazón de la ciudad donde la oferta de entretenimiento abarca: Desde museos en construcciones del siglo XVI, conteniendo arte de máxima apreciación artística, albergándose en estilos arquitectónicos exquisitos, como el palacio de bellas artes. Por otro lado, está la glamorosa avenida Mazaryk, con restaurantes y lujosos escaparates de ropa, joyas y artículos refinados. Opuesto, pero espectacular, en zonas cercanas al centro histórico está: el folclor del barrio: Las luchas, colorido espectáculo que floreció del corazón del barrio mexicano. Por ahí también pasaron los pilotos y las marcas comerciales de autos; para promocionar al mundo el aspecto exótico y celebrado de México. El estilo al barrio mexicano, evento extraído de las entrañas del barrio, se codea con el glamour de la fórmula uno, opuestos de origen , pero ahora sumando: La lucha libre mexicana, con su colorido vibrante del México moderno, bailó con el glamour de la fórmula uno; de orígenes sumamente europeos.

Las marcas comerciales se engolosinaron dejándole como escenario para promocionarse en esta fecha, dejando como testigo, la exótica ciudad de México.

El público y su entrega, serán las estrellas del espectáculo.